aparecí en el oscuro marzo.
Entre olores y camillas
una niña me miraba
asumiendo la promesa de protegerme

Vestida de azul, moví la cabeza
me apegaba a mi madre
con llantos entre maleza.
De mi mano siempre
jugamos a construir casas de sabanas
cantar a los pájaros
bailar a la eternidad
y entre almohadas nos rendíamos del día
abrazándonos a la bondad.
Imitaba sus pies
imitaba su risa
imitaba su caminar y su modo en la brisa.
Brillaba su pelo
mi farol sin rencores ni celo.

mi madre afirmada con dolor a la madera
vestido blanco, flores azules
llegó la tercera.
Blanca, radiante y juguetona
En el medio
me convertía en mujer y paralelamente
en inagotable niña.
Conocimos el mundo
viajando caminos de algodón y piedra.
De los abrazos y de los juegos
crecimos.
La casa, la familia, la escuela
una para la otra, la otra para ella.
Tres es más que un número
tres es aprendizaje y compañía
tres es complicidad y

Dos en la tierra
una en el cielo.
Ya termina este cuento,
que no tiene final.
Tal vez algún día
las mariposas bailarán.
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