domingo, 2 de septiembre de 2012

A mis hermanas

Tergiversando hechos,
aparecí en el oscuro marzo.

Entre olores y camillas
una niña me miraba
asumiendo la promesa de protegerme
en su sonrisa que quemaba.

Vestida de azul, moví la cabeza
me apegaba a mi madre
con llantos entre maleza.

De mi mano siempre
jugamos a construir casas de sabanas
cantar a los pájaros
bailar a la eternidad

y entre almohadas nos rendíamos del día
abrazándonos a la bondad.

Imitaba sus pies
imitaba su risa
imitaba su caminar y su modo en la brisa.

Brillaba su pelo
mi farol sin rencores ni celo.

Un día de septiembre,
mi madre afirmada con dolor a la madera
vestido blanco, flores azules
llegó la tercera.

Blanca, radiante y juguetona

En el medio
me convertía en mujer y paralelamente
en inagotable niña.

Conocimos el mundo
viajando caminos de algodón y piedra.

De los abrazos y de los juegos
crecimos.

La casa, la familia, la escuela
una para la otra, la otra para ella.

Tres es más que un número
tres es aprendizaje y compañía
tres es complicidad y
afortunadamente alegría.

Dos en la tierra
una en el cielo.

Ya termina este cuento,
que no tiene final.
Tal vez algún día
las mariposas bailarán.





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